sábado, 27 de julio de 2013

Eso que llaman amor

Nada cambió, solo se definió...

...desde la noche en la que encontré el mejor escape para la furia antinatural que quien sabe desde cuando venía brotando.

Mi postura alrededor de  las relaciones interpersonales no ha cambiado de vector desde entonces pero las amarras que lo argumentan son más fuertes que dios mismo en el pueblo mexicano.
Es de mi constante interés porque este humano no encuentra noxa más dañina por sus propiedades adictivas y desactivantes de mecanismos de proteccion en el correr de una vida humana promedio: ESO QUE LLAMAN AMOR.

No se puede amar a alguien sin descuidar algo de si mismo.Y por esto mismo destierro la sola idea porque involucra perder a ratos al ente en el que se ha vivido desde siempre. Abandonar lo que se ha construido, las mejores de las veces por poco tiempo, las peores por toda una vida.
Si no se pierde uno a uno mismo, se hace sufrir al otro, por lo que en este juego todo es perderse a si mismo o hacer sufrir a otro.

Sin embargo, como siempre, hay a quien le conviene este tipo de juegos y quienes no tienen un motivo personal para vivir o por otro lado quien busca de una vida a la cual asociarse para reafirmar la propia, se verán cómodos dentro de este marco.

El jiribillo, la variante que te hace estar dentro del juego, la sancadilla, el cuatro, el revés, el pedo que te deja mal posicionado y al que no puedes decirle que no a menos que seas de ese 3% de la poblacion mundial asexual (Dr. Villegas, 2013), es la poderosa maquina social y libidinezca que todos llevamos dentro y que nos empuja a buscar compañeros.

PLAAAAAAAAAAAAAYBAAAAAAAAAAALL!











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