viernes, 16 de noviembre de 2012

La dama de púrpura.

No se si sea la predicción de mi padre acerca de que a los 25 todo cambia, o la combinación de estar leyendo Lestat el Vampiro y la descripción que aparece referente a la madre del personaje; la tremenda gastritis que en la semana tuve y los cuidados que recibí de la persona de la que voy a hablar; el percatarme durante los ultimos meses de la ambición que posee esta dama o todo junto y el hecho de que es bellisima hasta doler, pero este post está dedicado a mi madre.

Alguna vez lei que nunca un ser humano, que haya tenido la fortuna de haber tenido una madre, humana, tendrá en su vida un respaldo y la fortaleza detrás de sí más grande que el que una madre otorga; y bueno, eme aquí comprobándolo desde hace mucho pero reconociéndolo hasta hace poco.

Me encanta hablar de ella desde siempre, es que es tan loca incluso comparada con las humanos hembras de mi edad pero a la vez tan cautelosa que me da envidia.
Siempre he gustado de mimarme con ella, y sobre todo hacerlo cuando estamos en frente de la gente; me gusta que la gente me tenga envidia.

Tina tiene mucho, MUCHO más optimismo que yo, o para mejor comparación, más que nadie de mi edad y  cuando yo me he puesto a comparar su vida y la mia, confieso que creo estúpidamente, que yo debería tener más motivos para tener una personalidad más emprendedora que ella. Ella es feliz con tan poco.


Siempre me ha relajado estar recostada en su pecho escuchando su hablar o su simple respiración, nada más, no sus caricias ni sus besos ridículos, solo su voz y su respiración. Con ella puedo ser quien yo soy, no tengo necesidad siquiera de comunicarle mi estado de animo; es magia pura.

Nadie aguanta tanto a este humano como ella, pero yo en paga aguanto que cambie  al español la letra de mis canciones favoritas y la verdad me sale debiendo cuando tolero que además las cante en voz alta con entonacion soprano y agregue bailes latinos aunque sea el mismo Robert Plant quien la acompañe.

Tina fácilmente podría convencer a Copérnico de que la tierra es el centro del universo y así se puede describir la calidad de su diplomacia. Siempre tiene una sonrisa en la cara, rimel en las pestañas y una boca roja.


Heredé su nariz pero jamás tendré tanto coraje, valor, astucia, capacidad de amar, vitalidad, carisma, diplomacia, elegancia y al mismo tiempo desfachatez, facilidad para las operaciones económicas, simplicidad, humildad, tacto, sensibilidad, repertorio lingüístico en sus mejores y peor facetas, como los que ella posee.











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